Splash! Famosos al agua

Eyeworks Cuatro Cabezas (Pesadilla en la cocina) ha adaptado para Antena 3 este espacio que parece haber sido el programa revelación de la temporada. Muy falto de ideas tiene que estar el panorama audiovisual mundial para que Celebrity splash haya sido el formato estrella en la última edición del MIPCOM, en Cannes, y se haya estrenado con éxito en Inglaterra, Francia y Holanda.

Siete “famosos” saltan desde un trampolín a una piscina. A pesar de este contenido tan banal, son muchas las reflexiones que se desprenden del programa. Para empezar, en Splash! la nimiedad más absoluta se convierte en un equívoco llamamiento a la superación personal. Es equívoco porque se sobredimensiona una actividad tan poco relevante y tan prescindible para la gran mayoría. Y con ello, no quiero menospreciar el deporte en cuestión, sino el tratamiento dramático y completamente desmesurado con el que se nutre el programa.

En la primera entrega, Emilio Ratia, entrenador y saltador profesional, afirmó que este deporte halla “por fin” el lugar que se merece con este espacio. Es tan absurda esta declaración como esperar que, por ejemplo, Alberto Contador dijera que el ciclismo ocupa el lugar que le corresponde en un programa donde se mostrara a los famosos aprendiendo a ir en bici.

Está claro que entre los participantes hay diferentes niveles, pero también lo está que, en su conjunto, el espectáculo que ofrece es patético y poco alentador. No obstante, no es tan evidente establecer cuál es la causa fundamental por la que este espacio atrae al espectador. Quizá es por la simpleza del formato, por la llamativa rareza de algunos concursantes, por las torpezas del jurado o por la ridícula pasarela de personas, más o menos agraciadas, en bañador con la que se intenta deleitar al público.

Otro hecho destacable es la falta de amabilidad y respeto con el que se relacionan los concursantes y el jurado (entre sí y los unos con los otros), así como segundas lecturas e insultos encubiertos que se emiten en clave de humor, pero que no dejan de ser hirientes y poco afortunados.

Lo que está claro es que Antena 3 ha sabido producir un espectáculo televisivo utilizando las emociones, el drama, el humor y algunos componentes anómalos para cautivar a un público que busca entretenimiento sin considerar que a todo puede acostumbrarse el ser humano. Queda claro que, en televisión, incluso lo más ridículo puede convertirse en una diversión de masas.

Firma: Mar Pons