Taken (Abducidos)

El primer requisito para adentrarse en Taken es consentir el universo de ciencia ficción que propone su creadora, Leslie Bohem (Un pueblo llamado Dante’s Peak). El segundo es estar dispuesto a ver la serie entera, sin saltarse ningún capítulo. Ya que, esta miniserie de diez capítulos se desarrolla en orden cronológico y a través del paso del tiempo.

La ventaja es que se trata de un producto cerrado sin temporadas venideras ni nada que estorbe al guión. De hecho, aunque se estrena en 2016 en Paramounts Channel, Taken se produjo en 2002. Cada capítulo dura aproximadamente una hora y media y, en ellos, la historia se desliza sin prisas y con intensidad.

Los extraterrestres y sus avistamientos o abduciones son la excusa para introducirnos en el drama humano de tres familias y muchas vidas truncadas por decisiones poco certeras. La soledad, el abandono, el amor, el miedo, la confianza o la amistad son la semilla de estos relatos que inciden sobre las debilidades humanas –sin que ello sea de por sí algo negativo–. En Taken vemos, por ejemplo, el valor de unos padres que renuncian generosamente a sus hijos, el desamparo que lleva a la locura, la cobardía de los poderosos y el miedo generalizado a lo desconocido.

Como telón de fondo, pero de real interés, la historia reciente de los Estados Unidos es el escenario que dota de significado las actuaciones de los personajes. A medida que avanzan la ficción y el calendario, los cambios son palpables y los protagonistas se amoldan a los nuevos tiempos. Al principio, puede costar un poco hacerse con el reparto, aunque no faltan los rótulos informativos de fecha y lugar. Sin embargo, pronto conseguimos identificarnos con las diferentes familias y caminar con cada una de ellas.

Suspense, conspiraciones, OVNIs, investigaciones secretas, tragedias familiares y la lucha por la supervivencia se confunden en esta propuesta que no se excede en el uso de efectos especiales ni espera sorprendernos con los «hombrecillos verdes» sino, simplemente, narrar una historia y hacerlo con coherencia y cierta profundidad. Aunque, en ocasiones, la voz en off infantil resulte un poco cargante.

Firma: Mar Pons