Top Chef

Top Chef es la respuesta, o parece serlo, de Antena 3 a MasterChef, el concurso culinario que triunfó en La 1 la pasada temporada (2013). En esta ocasión, se trata de la adaptación del programa americano que lleva once años cosechando buenos índices de audiencia.

A diferencia de su predecesor, Top Chef ha nutrido sus filas de concursantes con profesionales de la cocina y no con amateurs. Por este motivo, el nivel de exigencia debería ser mayor y las valoraciones del jurado más mesuradas y justificadas. Faltan consejos útiles que aporten al concursante seguridad y confianza para mostrar de lo que realmente es capaz o para ilustrar tanto al aspirante a Top Chef como a la audiencia que los apoya desde casa.

Pero esto es un show y, como tal, no escapa a un montaje que opera entre el espectáculo y la búsqueda de audiencia. Para conseguir a esta última, se manosean sentimientos de fracaso, errores, críticas, enfrentamientos y “coleguismos” y se pervierte la competición por el título de mejor chef. Lo mismo daría si este campeonato lo jugaran modistas, arquitectos o payasos. Top Chef no tiene la personalidad definida y se desarrolla entre pruebas aceleradas y valoraciones poco jugosas.

No obstante, la cocina es algo que inspira y gusta a muchos, quizá sea ese el ingrediente por el que se consiga seducir al espectador o, tal vez, por su presentador, Alberto Chicote, que tiene a sus fieles seguidores de Pesadilla en la cocina o, en el menor de los caos, por las ganas de aprender y de ponerse manos a la obra que puede provocar este espacio.

Pero sin duda, estos ingredientes no son, ni de lejos, los que se esperan de un espacio tan similar al de la competencia, ya que no aporta novedad alguna, y tan alejado de su hermano mayor americano. Y es que para hacer verdaderos talent shows, hay que huir de la tendencia al reality -tan arraigada en nuestro país- y descubrir los talentos, dejarse de programas vacíos y deplorables como El almacén de Top Chef -que sirve de corrilo de vecinos- y, además, contar con un excepcional trabajo de casting para que no haga falta recurrir a otras estrellas mediáticas. Ninguna de estas cosas ha hecho Antena 3 para merecer sus propios cuchillos y seguir en la parrilla. Así que, verse, se deja ver, pero deslumbrar, como pide Chicote a sus cocineros, no deslumbra.

Firma: Mar Pons